El puente romano más alto del mundo

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Puente romano de Alcántara. FOTO TOURIST EXTREMADURA

Acariciada por el río Tajo, muy cerca de Portugal, se levanta Alcántara o Al Qantarat (el Puente), como dirían los árabes. Este monumento de origen romano es el emblema de un destino cargado de propuestas para el viajero más exigente. Patrimonio, gastronomía, turismo fluvial y cinegético conviven en la perla de la Raya hispano-lusa. 

 

El Conventual de San Benito y el recinto abaluartado de Alcántara dan la bienvenida al turista que no dejará de sorprenderse por la inmensidad del puente que cruza el Tajo de seis zancadas y sus pilares de 58 metros,  tal es su altura que puede considerarse el Puente Romano más alto del mundo que sigue en pie.

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Conventual de San Benito de Alcántara. FOTO EL VUELO DE ÍCARO

 

Fue precisamente el legado de los romanos el que ensalzó la gastronomía de Alcántara con sus apreciados aceites de oliva o los escabeches. De árabes y judíos heredó el arajú, es un relleno de miel y almendras aromatizado con anises y canela, esencia del postre alcantarino por excelencia, la deliciosa Mormentera. 

 

El Convento de San Benito fue el referente de los fogones durante la Edad Media  gracias a la riqueza de la Orden de Alcántara; pescados, vinos, aceites, verduras, hortalizas…eran ingredientes primordiales en su célebre recetario y en su privilegiada despensa. Su fama hace que viajemos al siglo XIV con el Arcipreste de Hita, que lo menciona en el Libro del Buen Amor y más tarde Lope de Vega alaba sus jamones. 

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Convento de San Bartolomé en Alcántara. FOTO TURISMO ALCÁNTARA

 

Durante la Guerra de la Independencia, el Conventual de San Benito fue cuartel de las tropas de Napoléon, durante su ocupación los franceses saquearon la biblioteca del monasterio cisterciense de Alcántara. El general Junot se apropió del recetario de cocina de los frailes alcantarinos lo entregó a su esposa Laura Permon que lo recogió en sus memorias y lo divulgó en los salones más exclusivos de París. Recetas como el consomé, el faisán, la perdiz, la becada o el bacalao al modo de Alcántara se incorporaron a los mejores tratados gastronómicos. Incluso, el prestigioso cocinero galo Escoffier, hizo referencia a la trufa en sus platos y comenzó a elaborar el hepagrás, antecedente del paté de foie.

 

Prueba de su riqueza culinaria es el calendario de eventos que Alcántara ofrece a los paladares más exigente con la celebración del Día de la Sardina, la Matanza Popular del cerdo, la Fiesta de la Mormentera, La Caracolá o la Fiesta de la Tenca, Fiesta de Interés Turístico Regional que acoge cada año un pueblo de la Comarca Tajo-Salor.

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Matanza popular. FOTO AYUNTAMIENTO DE ALCÁNTARA

 

 

En la actualidad Alcántara ofrece al turista la posibilidad de practicar deportes náuticos en el embalse del mismo nombre y de surcar las aguas en las que confluyen el Tajo y el Alagón. Sorprende descubrir que en el siglo XVI, los Reyes Católicos iniciaron el primer proyecto de navegación en el río Tajo desde Toledo a Lisboa y en la época de Felipe II, Juan Bautista Antonelli presentó al rey un informe de navegación desde la localidad lusa de Abrantes hasta el Puente Romano de Alcántara. 

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Pantalán con barcos amarrados en Alcántara. FOTO TURISMO ALCÁNTARA

 

En 1.582 partió desde Alcántara a Lisboa una flota de barcos que transportaba seis compañías de tropas, para combatir a los franceses en las Azores. En las siguientes centurias la ruta de navegación Lisboa-Alcántara siguió utilizándose para el intercambio comercial y en la década de los años 30 y 40 se utilizó para el transporte de los minerales que se extraían en la zona. En la actualidad se conserva el camino de sirga, visible cuando baja el nivel del río, senda por la que las mulas arrastraron los barcos desde el antiguo embarcadero de la época de Felipe II hasta el Puente Romano. 

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