Aquí la tradición taurina popular alcanza su máxima expresión con la llegada del estío y de las célebres fiestas en honor a su patrón, San Buenaventura, cuando miles de personas conviven en armonía durante unos festejos donde se ensalza la figura del toro bravo.
El estruendo del chupinazo y la estela gris que se esparce por el cielo marca el inicio de un mágico ritual en el que las reses bravas de las más afamadas ganaderías corren las calles de Moraleja arropadas por los mansos en unos encierros que constituyen un espectáculo único en Extremadura.
El mes de julio llega a su ecuador y eso se nota en el alboroto del público, que espera ansioso la entrada de la manada en la Plaza de los Toros. Con pañuelo verde al cuello y ropa cómoda, los corredores acompañan a las reses bravas en un recorrido de aproximadamente mil metros en el que se mezclan el vértigo y la emoción en una apresurada carrera en la que crece el riesgo a medida que se aproxima el final del recorrido. El espectáculo concluye en medio de una auténtica fiesta en el albero, donde el gentío vibra con esta celebración que cuenta con la declaración de Festejo Taurino Tradicional Popular de Extremadura.
San Buenaventura combina en sólo cinco días la celebración de festejos populares y mayores en los que se da prioridad a las ganaderías y novilleros extremeños y vive un ciclo taurino con solera en el que cada jornada hay una apuesta de calidad que incluye una novillada goyesca, un festival taurino de rejoneo y un concurso de recortes, entre otras citas con reses bravas.
En el término municipal de Moraleja pastan reses de las más acreditadas ganaderías, como la de Victorino Martín, que fue nombrado hijo adoptivo en 2015 y tiene una calle con su nombre desde 2018. La ganadería de Monteviejo, que toma su nombre de la finca en la que se encuentra la explotación, fue una apuesta personal del ganadero por recuperar el histórico encaste de los “patas blancas”, que protagonizan desde hace años uno de los encierros más emocionantes de las fiestas.
El ritual de los encierros es una celebración casi mágica que traspasa fronteras y congrega a miles de aficionados de distintas zonas de España y del vecino país de Portugal. Uno de los momentos más esperado es el traslado de los bueyes desde la dehesa boyal hasta Moraleja, un trayecto que los jinetes realizan a caballo para evocar los movimientos de las reses bravas que se hacían desde el campo hasta la plaza.
Moraleja es un municipio hospitalario que recibió en 2016 la medalla de Extremadura por su generosidad y entrega a los demás, y ese espíritu se multiplica durante las fiestas, cuando las peñas abren sus puertas al forastero para agasajarle con lo mejor de su despensa en una fértil tierra donde siempre han cobrado protagonismo los productos de la tierra. Y es que las verduras y hortalizas gozan de prestigio internacional y muchos de los productos naturales de la zona tienen como destino mercados de países como Italia, Francia, Suiza o Alemania.
Las fiestas de San Buenaventura son el escenario idóneo para experimentar nuevas sensaciones y otorgar protagonismo a la la gastronomía de kilómetro 0 y el slow food. Espárragos, tomates y pimientosenriquecen la tradición culinaria de una villa que en sus fiestas ensalza el guiso de carne de toro con degustaciones populares. Este es un plato emblemático de las fiestas de San Buenaventura y buen ejemplo de una riqueza gastronómica en el que las carnes de reses bravas y del cerdo ibérico convierten a Moraleja en una despensa de calidad y tradición.
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