Cada 7 de diciembre, Torrejoncillo deslumbra con su procesión de jinetes a caballo en honor a la Virgen de la Inmaculada. Cubiertos con sábanas blancas bordadas, los “Encamisaos” van provistos de antorchas que dan luz a una celebración cargada de fervor religioso que cuenta con la declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional.
Cuenta la leyenda que el origen de esta fiesta se remonta a la Batalla de Pavía, en la que el Capitán Ávalos, de origen torrejoncillano, camufló a sus hombres con sábanas blancas para hacerlos invisibles en un paisaje nevado y así vencer al enemigo. De regreso a su pueblo comenzó a interpretarse esta hazaña bélica, que adquirió carácter religioso al afirmarse que fue la Virgen quien les ayudó en esta victoria.
El estruendo provocado por los escopeteros se mezcla con las miles de voces que lanzan salves a la Virgen de la Inmaculada en la víspera del 8 de diciembre. El momento de mayor intensidad se vive cuando al anochecer se abren las puertas de la Iglesia de San Andrés Apóstol y aparece la figura de la Virgen.
Es como si el público enloqueciera alzando sus manos para lanzar honores, letanias y toda clase de alabanzas a la Virgen. "Viva la Virgen de la Inmaculada", "Viva la Inmaculada Concepción", "Viva la Virgen bendita"... y así casi hasta desfallecer en un ambiente divino en el que el fervor se adueña de la plaza y las calles de Torrejoncillo.
El inicio de la fiesta comienza con el pregón, que tiene lugar durante la mañana del domingo anterior al día de la fiesta. A partir de este momento los vecinos cuentan las horas para llegar al día grande, el día de la Encamisá, ese momento en el que el estandarte de la Inmaculada Concepción sale de la iglesia y recorre las calles acompañado por los jinetes.
La imagen de la Virgen adorna la espalda de los jinetes a caballo en las sábanas bordadas. El pueblo rompe su silencio y da paso al bullicio ensordecedor durante un recorrido en el que miles de vecinos y forasterios esperan a la comitiva en diferentes lugares para presencia una de las procesiones de mayor arraigo de Extremadura.
En cada encuentro los jinetes lanzan salvas de escopeta en honor a la Purísima Concepción, mientras el pueblo la vitorea con piropos, provocando una atmósfera religiosa y festiva de carácter único.
Para animar la fiesta, no falta aguardientes, licores y dulces, como los coquillos de miel, típicos en Torrejoncillo, que contribuyen a animar una celebración que cada año cuenta con mayor número de visitantes.
Comentarios